jueves, 7 de mayo de 2009

una vida de oficio

Una vida de oficio
Fotos: Julio César Hernández
Fuente:http://contralinea.com.mx/archivo/contraluz/2008/septiembre2/



Originario de San Luis Potosí, Carlos Salinas Marceleño dice haber heredado el oficio de su padre. Cuenta que llegó a la ciudad de México a la edad de cinco años. Al día, completa 120 pesos con la venta de cartón que junta y transporta en su triciclo. “Todavía mantengo a mi esposa y un hijo, pago la renta de mi casa y del taller… Eso, es un decir: ya que llevo varios meses de atraso”. Hasta la fecha, Carlos nunca ha contado con ningún apoyo del gobierno. Aspira a comprar con una casa para pasar tranquilo sus últimos días




Norberto Salgado es originario de Acalmantitla, Guerrero, tiene 69 años. Ha sido mesero desde que llegó al Distrito Federal, hace más de 30 años, trabajo que le dio para mantener a su esposa y cuatro hijos, quienes ahora viven fuera de la ciudad. Norberto ha trabajado los últimos 15 años de su vida en una cantina ubicada en la delegación Cuauhtémoc. Está pensionado, pero los 1 mil 800 pesos mensuales no son suficientes para cubrir sus gastos. Sigue laborando ocho horas diarias, seis días a la semana. Sueldo: el mínimo. Desanimado, dice que no visita su pueblo desde hace nueve años. ¿Vacacionar? Sólo una vez en su vida en la ciudad de Cuernavaca. “Nunca pude ir siquiera a Acapulco



Marcos Moreno, El Santa, tiene su puesto de periódicos en un punto estratégico del Centro Histórico. Lleva en el negocio más de 45 años; dice ser originario de Teloloapan, Guerrero. A la fecha, mantiene a una hija de seis años. Gana aproximadamente 200 pesos diarios. Considera que nunca contará con apoyo gubernamental

Alberto Colín Castillo ha sido chofer de autobús desde hace 33 años, de los cuales los últimos 28 los ha dedicado al transporte escolar. Heredó el oficio de su padre, quien manejaba tráileres en carretera. Sabe que la tradición del volante en la familia no continuará: “El oficio es bonito, pero no es suficiente lo que se gana”. Sus hijos estudian licenciaturas, pues “es una de las metas que me propuse siempre: tener una familia y darles lo necesario”. Gana 4 mil pesos al mes

En 1968, a la edad de 25 años, don Oliverio Buitrón Maya llegó solo a la ciudad de México. Tres años después se empleó en una peluquería. Hace 34 años que Oliverio paga la renta del local, pues “no hay de otra”. Mantiene a su hijo de 19 años con el que vive en un departamento, en la colonia Tacubaya. Su hijo no aprenderá el oficio, pues, dice, “ahora a los jóvenes les da pena y todo lo quieren fácil. A mi edad, yo todavía cuento con ánimos de emprender otro negocio; pero este gobierno ya me ha quitado esa ilusión: ellos manejan la economía para bien de las trasnacionales, no para el pueblo y el campesino”

Hace dos años que Antonio Rodríguez enfermó y se tuvo que bajar del camión de la basura. “Desde entonces ando aquí barriendo las calles”. Antonio llegó hace 35 años a la ciudad, dejando atrás su natal Guanimaro, Guanajuato. Diariamente gasta 30 pesos para trasladarse desde Chimalhuacán, Estado de México, hasta la zona norte del Distrito Federal. Asegura que a veces “come un taco” hasta que regresa a su casa, porque los 2 mil pesos que gana a la quincena no le alcanzan para mantener a su esposa y a una hija que estudia. A Antonio se le dificulta mantenerse de pie, pues “las varices ya me duelen mucho y en el ISSSTE sólo le dan a uno incapacidad si lo ven muriéndose















Raúl Leguízamo Uribe es uno de seis hermanos que heredaron el oficio de sastre. Con 45 años en el ramo, asegura que ya nada es como antes, “ahora nos hemos vuelto compostureros”. Dice que la gente prefiere comprar cosas que se fabrican en serie, a pesar de que sean productos de desecho. A sus 61 años no deja trabajar como lo hacía desde que comenzó: de 10 de la mañana a nueve de la noche. Gana 150 pesos diarios. Con ellos mantiene a dos hijas y a su esposa










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